Me gustan los rituales. Tras la fase vital de su rechazo, he vuelto a reconocerles su valía. Pero aún y con eso, creo que a algunos hay que dejarlos sin la importancia que no tienen. Y me refiero a la Feria del Libro. O a las ferias del libro.
¿Acaso no es lo mismo la Feria del Libro de Madrid que cualquiera otra de las que se van y vienen celebrando por las ciudades españolas?
Durante los quince años que mi residencia estuvo en Madrid, no falté ni uno a visitarla. Y siempre obtuve algo: al principio eran mis padres quienes me proveían y más tarde ya administraba yo mis dineros; amén de catálogos y miles de folletos… porque esa feria tiene varias características: infinidad de casetas –eso sí-, pero también la presencia de las editoriales con sus catálogos, el descuento en la compra –que nunca ha fallado- y las firmas. No he sido nada mitómana y no tengo dedicados, ni siquiera firmados; ninguno de la Feria. Pero entiendo el encanto. Acercarme a ver a los autores mientras firmaban y analizar cómo trataban a su clientela, eso sí lo he hecho. Por aquello de conocer el terreno, porsi.
Y mucho más que habría que decir de la Feria del Libro de Madrid; todos los suplementos que se le dedican, lo mucho que se habla y escribe durante unos días de los olvidados libros, etc.
Pero lo que quiero es compararla con las ferias del libro de los otros lugares. El año 1991 ya no acudí a la de Madrid, y desde entonces por estas fechas estoy en Palma. No puedo asegurar que haya ido todos los años; ni siquiera puedo enumerar dónde se ha celebrado sin miedo a equivocarme: del Borne al Parque de las Estaciones, vuelta al Borne, luego Plaza de España, Borne, ¿ya definitivo? El descuento se hace sólo los últimos años, con lo que, ¿qué ventaja tiene comprar ahí si al precio normal compro mejor en las librerías que conozco y donde encuentro mejor los libros? Editoriales nos visitan las de enciclopedias, así que “no, gracias” y las instituciones que, -bien es cierto- es el único momento posible para adquirir sus publicaciones por mor de su mala distribución; apunto un positivo para la feria.
Sólo me queda por mencionar el tema de las firmas. No, queda lo mejor de esta feria, que es la carpa de actos. ¡Lo mejor son los actos de presentación de libros! ¡Este año comentan que la organización lo ha tenido difícil por exceso de solicitudes!
Claro que todo lo que he dicho y pensado hasta aquí es desde el punto de vista de quien le gustan los libros, los lee, los degusta y usa las librerías, y no digamos las bibliotecas. A lo mejor resulta que toda la parafernalia de sacar los libros a la calle es necesaria para que la gente –el resto- los conozca y compre.
Ya se sabe: el porcentaje más alto de libros vendidos es el de aquellos para niños pre-lectores; y el número de best-sellers que se venden cuando uno engancha, también resulta sorprendente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario